Harold Alvia Vale, Perú
Encendió la noche
La ruta de los transeúntes que apagados entre el tráfico
Se agitan como un reflejo multiplicado en el olfato
La furia de una flecha detenida en su lengua
Nadie
Sólo la sombra de sus pesadillas
Sólo la tristeza de todo lo que nombra
Como un alto relieve del espanto
En la puerta de sus palmas
La certidumbre de la muerte
Su esqueleto
Acercándose como el disparo de Dios
Acercándose como un escupitajo
Sobre los muros de su propia calavera
La soledad de las vitrinas
El rencor de la historia
En la nefasta pasarela de sus pasos
Tu calle en sus pupilas
Tu miedoNadie
Sólo esta ciudad
Sólo los cables conectados como venas
En las fauces de anónimos suicidas
Su aliento en las ventanas
Sus párpados consumidos por esta superficie
De seres que no asimilanLa espada en la garganta
El colmillo en la garganta
La bala en la garganta.
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